Lo que vais a leer a continuación no son unas reglas
universales de escritura. Voy a intentar detallar cómo escribo yo, y qué
recomendaría a alguien que empieza, pero tomadlos como unos consejos subjetivos
que podéis o no tener en cuenta en un momento dado.
Dicho esto, comenzaré por hablar de los tiempos verbales.
Independientemente de la voz del narrador, una historia
puede contarse en pasado, en presente o, excepcionalmente, en futuro. Vamos a
“pasar” de este último caso para centrarnos en los otros dos.
–John –dijo la mujer–,
espero que estés listo.
–John –dice la mujer–,
espero que estés listo.
Como observaréis nada más leer estas dos frases, un simple
cambio en el tiempo verbal puede hacer que la percepción de la historia se
altere muchísimo. Escribir en presente crea una inmediatez que sirve para
introducir al lector de lleno en la acción. Sigamos alargando las narraciones.
Mientras John se
terminaba de preparar, ella tomó el fusil y comprobó que estaba cargado. En ese
mismo instante, el ruido de cristales rotos anunció la presencia de las
siniestras criaturas.
Mientras John se
termina de preparar, ella toma el fusil y comprueba que está cargado. En ese
mismo instante, el ruido de cristales rotos anuncia la presencia de las
siniestras criaturas.
No sé si con estos ejemplos veis con claridad la diferencia
entre ambas formas de escribir. Mi preferida es la narración en pasado (yo creo
que es más sencilla de desarrollar), pero para gustos, los colores.
Algo que sí es muy importante es no liar al lector cambiando
el tiempo verbal cada dos por tres. De hecho, no os recomiendo cambios de
tiempo durante una narración (ni cambios en el tipo de narrador, aunque ahora
hablaré de eso).
En cuanto a los tipos de narrador, los hay para todos los
gustos. Los más habituales son el narrador en tercera persona y el narrador en
primera persona. Hay varios sub-tipos, pero no voy a entrar en este nivel de
detalle ahora; prefiero centrarme en las ventajas e inconvenientes de cada uno
de estos, en general.
John escuchó las pisadas
aceleradas, acercándose hacia ellos. Giró la cabeza en busca de una salida que
no pudo encontrar; no tenían más remedio que hacerles frente.
Escuché las pisadas
aceleradas, acercándose hacia nosotros. Giré la cabeza en busca de una salida
que no pude encontrar; no teníamos más remedio que hacerles frente.
No me digáis que esta segunda frase no asusta más que la
primera… En realidad, si John es un personaje con el que ya tenemos afinidad,
sufriremos igual con él de una manera o de otra. Además, la narración en
primera persona plantea un problema importante: cómo cambiar el protagonista. Desde
luego, al igual que con la tercera persona, podemos ir viendo el “percal” desde
los ojos de John, o de la mujer, o del vecino. Peeeeero para ello, si no
queremos que el lector acabe loco, debemos dejar muy claro cuándo lo hacemos.
Incluso así, la fuerza de usar la primera persona se diluye cuando el
protagonismo de la historia lo tienen varios personajes.
Personalmente, os recomiendo usar la primera persona cuando
haya solamente un protagonista, o a lo sumo dos. Y, de ninguna manera, vayáis
intercalando la narración en primera persona con la narración en tercera.
Ahora viene cuando os cuento que en mi última novela hay
narrador en primera y narrador en tercera… :-P ¿Por qué? Lo cierto es que
comencé a escribirla con la idea de narrar el primer capítulo en primera, y el
resto (la historia del protagonista, un preso condenado a la silla eléctrica)
en tercera. Cuando me puse con el capítulo dos, me resultó imposible cambiar a
tercera, y toda la novela está escrita en primera, a excepción del último
capítulo (el protagonista ha muerto, y la escena transcurre un par de años
después). Curiosamente, el capítulo dos narra hechos acaecidos antes del
nacimiento del protagonista y, aun así, la primera persona creo que era la
forma adecuada de narrar.
Consejo: ante la duda, usad la tercera persona. Siempre
habrá tiempo para cambiarlo durante la revisión.
Esto es todo por hoy. Si pensáis que puede resultar útil,
comentad y compartid.
En próximas entregas (si es que esto tiene éxito): crear una
estructura previa y el uso de adjetivos y adverbios.