miércoles, 14 de agosto de 2013

Microrrelato: un paseo por el bosque

Los últimos rayos de sol comienzan a desaparecer, haciendo que aquel paisaje, antes idílico, pasa a convertirse en el preludio de una pesadilla. Puedo escuchar —al menos, eso me parece— su respiración cada vez más cerca, mezclándose con los sonidos del bosque.

«Ya he pasado por aquí», pienso, mirando el grueso tronco de un árbol, cubierto con manchas que se me antojan de sangre. Éramos seis personas cuando llegamos por la mañana. Ahora, no quedamos más que dos.

Me detengo, intentando discernir el origen de la, cada vez más fuerte, respiración. Cuando creo haberlo logrado, echo de nuevo a correr.

Una rama cruje a mi derecha. Está ahí, lo sé; casi puedo sentir los latidos de su corazón a mi lado, como unos tambores que anunciaran el final de aquella… cacería, por llamarla de alguna forma.

Sus ojos, que parecen brillar en la oscuridad, me observan entre el follaje. Tiene algo en la mano —en aquella larga y ensangrentada mano—, que dirige hacia mí. Todo está a punto de acabar.

Desenvaino el machete con el que he matado a los otros, y me relamo involuntariamente la boca mientras contemplo su tembloroso cuerpo. Esta vez no lo haré rápido; voy a disfrutar cortando y cercenando partes de aquel infeliz.

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