miércoles, 20 de agosto de 2014

Relato - Por un calcetín

Sergio cerró la puerta tras de sí. El trabajo estaba hecho, y ya solo quedaba una tarea más por realizar: encontrar el maldito calcetín rojo. No iba a ser sencillo, teniendo en cuenta que ese color era el predominante en toda la casa.

Al menos, después de que él llegara.

Estiró la pierna izquierda para esquivar una de las múltiples manchas de sangre y consiguió por fin alcanzar la pared opuesta sin pringarse los zapatos. Ni rastro en la sala de ese calcetín, aunque le pareció ver una pila de ropa amontonada en el cuarto cercano. La habitación de la esposa. Con un par de largas zancadas se situó junto a la puerta y echó un somero vistazo al interior.

Su mirada se detuvo un par de segundos sobre el cuerpo inerte de la mujer, antes de continuar vagando por el lugar. A los pies de la cama se hallaba un pequeño cesto que había pasado desapercibido para él cuando entró por primera vez. Tampoco era extraño que no prestara atención; sus prioridades en aquel instante eran otras.

Los últimos pasos fueron más descuidados, lo que propició que sus —hasta ahora impolutos— zapatos recibieran dos o tres pequeñas salpicaduras de sangre. Ignorándolo, comenzó a buscar entre las prendas amontonadas hasta que, varios minutos después, logró sacar de allí su premio.

El calcetín rojo.

Era un calcetín pequeño, con una pequeña estrella blanca en un lateral. Un objeto que no veía desde hacía varios meses… Concretamente, desde que su hija desapareció. Verlo allí, amontonado junto a Dios sabe cuánta otra ropa perteneciente a innumerables víctimas más, era la prueba definitiva que necesitaba. Por suerte o por desgracia, no se había equivocado de casa.

Ahora, gracias a lo que acababa de hacer, esos degenerados no volverían a dañar a nadie más. Nunca.


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