martes, 25 de febrero de 2014

Concurso de relatos + Relato - El matasuegras

La página Turismodevino.com ha convocado un concurso de relato corto, activo hasta el 31 de marzo de este año. Las bases, que podéis consultar AQUÍ, nos señalan que dicho relato deberá formar parte de una entrada de Facebook o de un blog, contar con entre 200 y 350 palabras, y contener el párrafo que indican. Bueno, hay más cosas (sencillitas), así que leedlas bien.

Una idea entretenida, en mi opinión, y en la que os animo a participar. Y como el vino es mi debilidad, por aquí tenéis el mío (que espero os guste), titulado "El matasuegras":




Domingo por la tarde; el mejor momento de la semana para descansar y relajarse. Elisa estaba terminando un reportaje, en la mesa del comedor, mientras yo intentaba mantener mi mente en blanco, desconectando de la realidad por un momento.

Estaba deleitándome con un vino de Navarra cuando sonó el teléfono. Me pasó el inalámbrico y me dijo: es mi madre. Dice que ha encontrado una botella con un mensaje tuyo… Un mensaje bastante inquietante.

Dejé la copa, no sin cierta molestia, y tomé el aparato para, acto seguido, desconectarlo. Hacía años que había escrito ese mensaje —tantos que ya casi no me acordaba de él—, lo que en absoluto significaba que no siguiera teniendo validez.

—Tan solo respondía a una pregunta que me hizo —dije—. O, más bien, a una duda que tuvo nada más conocerme.

Antes de que Elisa pudiera indagar más en mi críptica respuesta, el teléfono volvió a sonar. En esta ocasión, se trataba de la Policía. El apartamento de mi suegra había volado por los aires.

«No me gustas», fueron sus palabras, antaño. «Solamente te casas con mi hija por mi dinero». ¡Cuánta razón tenía!

Ser educado y tímido puede suponer un problema para un psicópata. O tal vez no, mientras exista el papel y la tinta, y haya gente que retire una botella del lugar donde solamente su presencia impedía que un resorte se activara. Me imaginé el trozo de papel flotando sobre el humo, libre de su prisión de cristal y habiendo sido el heraldo de un fatídico —para algunos, inevitable y esperado— final con una sola palabra.


«Sí».


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